UNA CARTA A LA NIÑA ANGELITA, de Angela Prieto

 

Hola Angelita, que así fue cómo te llamaron siempre. ¿Qué puedo decirte? Fuiste una niña alegre, extrovertida y muy traviesa.

Tus padres no consiguieron que intentaras aprender a hacer las labores del campo: decías que eso a ti no te iba.

¿Te acuerdas de aquel domingo que te llevaron con tu hermana mayor a sacar patatas? Ella siempre ponía mucho interés y lo hacia perfecto. En cambio, tú sacaste dos y las dos partidas por la mitad.

Así que tu padre te mandó para casa y le dijo a tu madre

—Eso es lo que ella quería.

De esas situaciones tendría para escribir un libro.

Pero tú eras una niña muy inocente, y la mayoría de las veces no eras consciente de por qué te castigaban. Una muestra puede ser aquel día que en el colegio donde estuviste interna, tenías 11 o 12 años, la profesora, que por cierto te quería mucho, te echó de clase. A saber qué habrías hecho...

Ella te dijo:

—Sal y cierra la puerta por fuera.

Y a ti solo se te ocurrió contestar:

—Pero si cierro... ¿Cómo voy a entrar?

No habías comprendido que te habían echado de clase.

Pero después te hiciste mayor y emprendiste tu vida en Santander. Lo que te propusiste lo conseguiste. Formaste una familia, la que habías buscado. Tuviste muy claro que querías ser una mujer independiente y lo conseguiste con tu trabajo. Al final, tus padres pudieron comprender que el campo no era lo tuyo. Y hasta, en muchas ocasiones, te confesaron lo orgullosos que estaban de ti por cómo habías afrontado tu vida.

Tal vez la conclusión de todo esto es que fuiste una niña muy traviesa, pero buena.

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