A mí el juego que más me gustaba de aquella época de niña eran las canicas.
Las primeras que recuerdo eran de barro pintadas de colores. Después llegaron las de cristal; eran más bonitas y las coleccionábamos.
Creo recordar que nos costaban una perra de la época, que no era fácil tenerla.
Había otras de acero que a mí me las daba una mujer de Terán que llamaban Cunina. Tenía canicas de varios tamaños y no sé cómo las conseguía, pero estábamos todo el día en su casa y siempre tenía alguna.
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