CARTA A LA NIÑA CUNDINA, de Secundina Ruiz

 

Mi querida Cundina

Cuánto te recuerdo a lo largo de la vida, lo callada y cobarde que eras cuando venían los primos a la casa de la abuela en el pueblo y te escondías debajo de l escalera porque te daba vergüenza besarlos. Y luego, también te sentías mal por comportarte de esa manera.

Cuántos cántaros de agua fuiste a buscar a la fuente para los abuelos y la tía Consuelo. Ella te decía siempre:

—Si se te rompe, no llores.

O cuando había cambiado maíz por manzanas y te decía que subieras al sobrao.

—Coge una manzana. Coge la más gorda.

Y recuerdo también cuanto te gustaba que, al anochecer, los mayores se juntaban para jugar a “Tres marinos en el mar” y tú los seguías jugando también. Te gustaba jugar al corro y a la comba, aunque tu mayor vicio eran las canicas. Mamá llegaba a la noche y te reñía porque te veía el dobladillo del vestido negro manchado de barro de arrastrarlo por el suelo mientras jugabas a las canicas. Y te amenazaba con que los ibas a lavar tú. Al final conseguía convencerte de que no volvería a pasar, pero al día siguiente... pasaba otra vez. Como cuando jugabas con Rosa siempre ganaba ella, tenías que sisar a mamá alguna perra para poder comprar más. Costaban a perra gorda, a no ser que hubiera alguna que estuviera gastada o con defectos, que eran a perra chica, pero luego se jugaba muy mal con esas.

Cundina, no te escribo más. Deseo que mi carta te alegre y te deseo mucha suerte en la vida.

Un fuerte abrazo.

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