La gastronomía forma parte de la cultura popular de nuestro país y es tan variada como pueblos y ciudades hay, cada una con sus peculiaridades regionales.
La cocina es cultura. Es olor, es sabor y color... y también tiene memoria. ¿Quién no ha comido algo que le recuerde a los olores de lo que habíamos probado de pequeños?
A mí, personalmente, no me gustan las comidas muy elaboradas, y si es posible, que valgan los ingredientes que tenga a mano. Mi plato favorito es arroz con plátano frito y tomate, y de postre unas deliciosas torrijas (que por cierto las haré en Semana Santa)
Como hecho curioso contaré que estuve haciendo voluntariado durante 15 años en un comedor social para niños desfavorecidos. Cada noche pasaban por allí 50 niños y niñas de diferentes culturas, religiones y nacionalidades.
Mohamed era un niño de 5 años que odiaba toda la comida que le poníamos, y muy especialmente, la sopa. Se marchó del centro con 17 años. Pero un día vino a vernos. Ya tenía 25 años, trabajaba y era un hombre formado. Nos dio las gracias porque le habíamos enseñado a comer de todo. Nos contaba que ya no tenía problemas con al comida, que le gustaba todo, y lo que más... la sopa.
Fue una satisfacción.
(Desde aquí mi pequeño homenaje al Banco de Alimentos y a las muchas aportaciones de gente anónima que hicieron posible que estos niños tuvieran sus necesidades básicas cubiertas)
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