LOS ESPANTAPÁJAROS. MI INFANCIA CON PAMEN, de Ángela Prieto

Así la llamábamos, aunque ese no fuese su nombre.

A los niños y las niñas rurales, a los hijos de los labradores, siendo entonces lo que hoy se consideraría como “muy pequeños”, nos encomendaban algunas tareas acordes con esa edad.

Yo creo que tendríamos 6 ó 7 años. Cuando llegaba la primavera y se sembraban las tierras de maíz y alubias había un peligro: los corvatos escarbaban y se comían los granos.

Los domingos, como no teníamos colegio, después de ir a misa a la parroquia de Terán (que era obligatorio), volvíamos a casa y nos quitaban la ropa del domingo. Entonces, mi padre me llevaba a la tierra que habían sembrado, y teníamos que estar allí hasta la hora de comer para que los pájaros nos vieran y no se posaran en el suelo a sacar el maíz.

Mi amiga Pamen siempre venía conmigo porque sus padres no eran labradores. Íbamos con nuestros muñecos y algún que otro juguete, y así pasábamos la mañana jugando. Eso sí... no podíamos pisar el sembrado

Ésta solo es una de las muchas historias que viví con mi amiga Pamen. Ésta la podríamos calificar como “seria” y “de provecho”, porque también hicimos muchas travesuras . Y siempre juntas. Puedo decir que éramos muy felices careciendo de mucho.


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