Cuando me dicen que escriba sobre una
buena comida de Navidad pienso que, la verdad, no sé la que puedo
escribir porque cuando era niña no teníamos mucho para elegir. Lo
único que pedíamos en esas fechas era tener turrón, y con eso ya
éramos felices. También las tostás, pero esas siempre las había. Años adelante la vida fue mejorando. Cuando tuve a mis hijos, mi marido acostumbraba a invitar a los que estaban solos en Nochebuena o Nochevieja. Para Nochevieja yo solía guisar caracoles porque a mi marido le gustaban mucho. Llevaban abundante jamón casero, nueces y un poquito de picante. Los solía coger yo misma con tiempo para que estuvieran para esa fecha.
Mis hijos decían
—Yo no los como. Bueno, si acaso uno para ver cómo saben...
Y cogían uno tras otro cuando descubrían que les gustaban.
Cuando iban siendo mayores empezamos a comprar langostinos.
En Nochebuena, a veces, íbamos donde mi madre. Mi hermano Santiago, cuando cogía un langostino para comerlo, lo ponía en alto y todos los años nos decía lo mismo.
—Mirad que barbas tiene éste... A éste le he cogido yo en la fuente del Brañicio.
Esa fuente era donde tenía él un invernal para sus vacas, y allí salía el agua muy fría en verano y en invierno estaba templada.
Al final pasábamos esa noche en familia y felices.
En estos últimos años, en Nochebuena, les reúno a todos en mi casa y les hago las cosas que más les gustan: langostinos, chipirones rellenos, carrilleras, la sopa siempre está, algunos patés, las tostás, algún dulce de navidad. Como todo es mucho, siempre queda para seguir comiendo al otro día.
Después de la cena siempre esperan que yo anime con alguna cosa. A veces me pongo alguna prenda y salgo ante todos (suelo buscar apoyo entre mis nietos para no ser yo la única), a veces salgo con alguna historia...
Para nosotros, estos momentos son tan importantes como una buena cena. Las carcajadas y la alegría no salen solo por haber comido, y el buen rato que pasamos lo disfrutamos juntos, felices.
Comentarios
Publicar un comentario